Cualquier actividad artística activa áreas del cerebro que normalmente tenemos inactivas. Existen muchos estudios que demuestran que participar en actividades creativas estimula el cerebro, lo que aumenta la neuroplasticidad y potencia la función cognitiva. Lo que podemos traducir en una mejor memoria, mayores habilidades para resolver problemas y una mayor creatividad.

En una encuesta realizada por Stitchlinks y la Universidad de Cardiff, a más de 3500 personas, el 81% afirmó que se sentía más feliz. Esa respuesta emocional representó un cambio significativo en hombres y mujeres con depresión clínica, quienes se muestran más felices y tranquilos cuanto más tejen a la semana: más de 3 veces.

Bordar te enseña a meditar.

 

Que la meditación es absolutamente beneficiosa para nuestro cerebro y organismo es algo que sabemos todos. Pero lo que nos parece suele parecer es que la meditación es un arte al alcance de unos pocos. Que cerrar los ojos y entrar en un estado vegetativo donde las ideas se vayan de tu mente es algo que no todos podremos llegar a conseguir. Pues bien, meditar significa estar presente en lo que estás haciendo, concentrarte en ese momento y no dejar que otros pensamientos invadan tu mente, de manera que ese "entra la aguja por aquí, dos vueltas por allí y vuelta la aguja a su lugar", no puede ser más beneficioso para poner el foco en el momento actual y entrar en ese estado meditativo. Así que, si no eres capaz de meditar, empieza por el bordado y verás como en el futuro eres capaz de llegar a ese estado de otras maneras.

Bordar disipa el estrés.

Ese estado meditativo nos beneficia, por supuesto, en la disminución del estrés. Cuando estás focalizado en una actividad, consigues alejar los pensamientos y preocupaciones que nos estresan y esto relaja nuestra mente. Bordar disminuye la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la tensión muscular. 

Bordar te ayuda a memorizar.

Bordar favorece la regeneración neuronal ya que sus efectos se asemejan a los de los juegos mentales como los crucigramas o sudokus, que ayudan al mejor funcionamiento cognitivo y a la memoria. 

Bordar estimula los sentidos del tacto y la vista.

Teniendo en cuenta que pasamos una media de 4 horas diarias delante de la pantalla del móvil, es fácil entender por qué los hilos, las texturas y el enfoque de vista ayudan a estimular nuestros sentidos.

Bordar favorece la voluntad.

Me encanta la psiquiatra Marian Rojas y escucho con frecuencia muchas de sus conferencias. Si a vosotros también os pasa habréis escuchado, sin duda, eso que tanto repite de que "ser capaces de posponer la recompensa fortalece nuestra voluntad". Nos pasamos la vida intoxicados de recompensas instantáneas (redes sociales, consumo en un click, comida rápida...) y esto nos da altos niveles de dopamina que hacen que las cosas habituales ya no nos hagan disfrutar. Para desengancharnos de todo eso necesitamos hacer cosas donde la recompensa requiera tiempo y esfuerzo. Bordar es justo eso: tiempo y esfuerzo. Ver tu prenda terminada, días o meses después de haberla empezado hará que el cerebro se vaya modificando y vaya agradeciendo la repetición de esos hábitos, de esas rutinas vitamínicas que Marian Rojas llama “hacer cosas que le hacen bien a mi cerebro, a mi organismo o a mis relaciones humanas”.

Bordar ha estado muy estigmatizado por una sociedad que veía esta actividad como "manual de la buena esposa", pero es cierto que cada vez se ven más jóvenes, hombres y mujeres, enhebrando su aguja y realizando auténticas obras de arte.